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JUNTOS APARTE
Km 4956 de BIENALSUR

Enclavada en el vértice de un gran triángulo geográfico que tiene por base el Mar Caribe, y por lados la rama de los Andes venezolanos y la rama de la Cordillera Oriental colombiana, Cúcuta —con un millón de habitantes— no es sólo una frontera natural sino también política y cultural, allí donde termina la zona montañosa y empieza el valle del río Zulia que va a conformar la gran cuenca transnacional del Lago de Maracaibo. En el período de la colonia española esta región se convirtió en el límite político-administrativo de lo que más tarde sería Colombia y Venezuela, precisamente en el centro de una misma área natural, cultural y política la cual redactó su primera carta constitucional republicana —Constitución de Cúcuta o de la Gran Colombia— para una nación formada por lo que ahora son cuatro países: Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador.

Durante el siglo XIX, Cúcuta ejerció de puerto comercial agroexportador junto a San Cristóbal (Táchira), con salida al mundo e inmigración extranjera por la ruta de Maracaibo (Zulia), en un proceso fructífero de integración regional sólo interrumpido ocasionalmente por las sucesivas guerras civiles en los dos países. Entre los años sesenta y ochenta del siglo XX, emigrantes de todas las regiones de Colombia contribuyeron al desarrollo de los estados venezolanos de Táchira, Zulia y Mérida, en plena bonanza petrolera en la conocida entonces como Venezuela Saudita. Paradójicamente, los hallazgos de petróleo en el lecho del lago Maracaibo (Venezuela) y en la selva del Catatumbo (Colombia) en la primera mitad del siglo XX, abortaron las expectativas comerciales de los pequeños capitales locales y revivieron las divisiones limítrofes con un traumático cambio de la apreciación natural y cultural dentro de una misma área vital. Abandonada la extracción de crudo por la Colombian Petroleum Company tras cincuenta años de succión, contaminación y licencia para acabar con la comunidad ancestral —Barí—, apenas quedó vigente en el lado colombiano el cruce de caminos del contrabando y todos los agentes del conflicto armado —fuerza pública, guerrillas, paramilitares—con un paisaje de economías lícitas e ilícitas —narcotráfico, *bachaqueo a gran escala, explotación de carbón, plantaciones de palma africana—en una espiral de desatención estatal, pobreza y violencia agravada hoy en medio de la aguda crisis migratoria.

*Bachaqueo: actividad ilegal que consiste en revender los productos básicos subsidiados por los que millones de venezolanos hacen horas de fila a diario.

El cierre unilateral de la frontera venezolana en 2015, con la expulsión de al menos diez mil colombianos previamente exiliados a Venezuela debido al conflicto armado de Colombia, reveló un primer síntoma de la marea migratoria —esta vez de venezolanos huyendo hacia Colombia— que alcanza hoy los 4.8 millones y no cesa, en pos de alimentos, medicinas y productos básicos, a través de una frontera porosa caracterizada por un fuerte vínculo transnacional con epicentro en Cúcuta, donde más que línea divisoria lo que ha existido históricamente es un núcleo de convergencias familiares, culturales y comerciales desde tiempo precolombino. Como el cuello de un reloj de arena, el puente internacional Simón Bolívar es el eje en torno al cual se concentran cientos de miles de venezolanos para una vez cruzado hacinarse en Cúcuta o dispersarse por distintos lugares de Colombia, el continente y el mundo. Buena parte de esta población permanece en la zona limítrofe, yendo y viniendo para recoger y llevar provisiones y recursos en lo que se conoce como “migración pendular”.

Si bien el área es también hoy un corredor para el tráfico de armas, drogas, contrabando y combustibles, es la magnitud del éxodo venezolano, comparable sólo al de Siria —pero movido aquí por el hambre y no por un conflicto bélico declarado— lo que finalmente ha atraído la atención del mundo en medio de la actual crisis migratoria global.

La aceleración y profundización mundial de los procesos de globalización frente a la concepción secular de Estado-nación, ha radicalizado los gestos en torno a los movimientos migratorios, las fronteras y los estatutos de seguridad, dando lugar a que la frontera como concepto e hito emerja con inusitada fuerza ocupando un lugar central en la opinión pública, los debates políticos e intelectuales, la gestión diplomática y la producción artística.

JUNTOS APARTE, Encuentro Internacional de Arte, Pensamiento y Fronteras, es una iniciativa de la sociedad civil con carácter cosmopolita, surgida como respuesta ante la severa situación, que contiene una propuesta integral de desarrollo para el área transfronteriza a través del arte con énfasis en la diversidad cultural, las condiciones de la paz y el desarrollo sostenible en un marco sólido de relaciones internacionales, de manera que más allá de intentar sobrellevar la situación de emergencia, la ciudad lidere un proceso de debate y reflexión en torno al ser y al sentir fronterizo con respuestas globales viables y una puesta en valor de la identidad propia mediante el diálogo con el mundo, transformando la adversidad coyuntural en una gran oportunidad para el desarrollo con justicia social y la convivencia civil.

El órgano gestor de JUNTOS APARTE es la Fundación El Pilar, una organización civil local sin fines de lucro, comprometida con la construcción de ciudadanía y el apoyo profesional a las artes y la cultura en la cuenca transnacional del Lago Maracaibo, entre Colombia y Venezuela. El Pilar incorpora patrones innovadores de gestión, investigación y producción cultural, ofreciendo modelos acordes al contexto, apostando por la identidad, la internacionalización y la productividad del territorio. JUNTOS APARTE obtuvo ya desde su nacimiento el importante aval Marca País Colombia —estrategia de competitividad del gobierno nacional y el sector privado que busca posicionar una imagen positiva del país en el extranjero—, siendo el primer proyecto cívico del noreste colombiano en alcanzar dicha distinción.

JUNTOS APARTE es un evento adscrito a la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de América del Sur BIENALSUR —organizada por la universidad pública argentina Universidad Nacional de Tres de Febrero—, la cual actúa en más de 47 ciudades de 21 países como una red transnacional que apuesta por el diálogo y la confianza entre los pueblos a través del arte. Tras ser seleccionado en convocatoria mundial entre más de 2500 propuestas de 78 países, en 2017 JUNTOS APARTE fue ratificado como programa permanente de BIENALSUR, y posteriormente Cúcuta fue declarada “Capital BIENALSUR” junto a Buenos Aires en 2019, gracias al impacto ciudadano y mediático alcanzado por esta iniciativa fronteriza.

El objetivo del programa es acercar trabajos, debates y autores a este lugar, que visto desde el contexto global y desde el centro de los dos países es una periferia, pero para la región transfronteriza se trata de una misma casa atravesada precisamente en su centro por una línea de frontera. Una oportunidad única para aproximar el arte que habla de los márgenes —y que usualmente se limita a circular por los centros— a los habitantes sumergidos en la complejidad que en diversas fronteras del mundo y de la mente reflejan estos trabajos.

La ciudad como escenario de los acontecimientos ofrece un circuito por sus cuatro inmuebles patrimoniales dedicados a la cultura —Centro Cultural Quinta Teresa, Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero, Casa Museo Torre del Reloj, Museo Norte de Santander y Ciudad de Cúcuta— comunicados entre sí para albergar cuatro exposiciones colectivas que abordan cuatro conceptos o temas específicos cuyo conjunto configura una cartografía en torno a lo fronterizo. Un ciclo audiovisual, un programa pedagógico con talleres y conferencias, procesos de creación-investigación in situ e intervenciones de carácter participativo en el espacio público, completan el mapa del evento en distintos puntos del Área Metropolitana de Cúcuta, donde artistas y pensadores de referencia global dialogan con autores que en la región abordan la realidad fronteriza.

La primera edición de JUNTOS APARTE 2017 contó con la presencia de 61 artistas* y pensadores, 36 internacionales de 18 países, 6 nacionales, 24 regionales (Norte de Santander y Táchira) y un total de 9027 asistencias de público. Cuatro conceptos —migración, restricción, ciudadanía y movilidad— articulados en sendas exposiciones colectivas —Estado de excepción, La búsqueda del otro, Mi Tierra y Vaivén, respectivamente— vertebraron una lectura cruzada en torno a lo fronterizo según las visiones de distintos sitios del planeta incluyendo la frontera Colombia-Venezuela.

*Relación de artistas participantes en el circuito expositivo 2017: Adrian Paci (AL), Adrián Preciado (VE), Alexander Apóstol (VE), Angie Jácome (CO), Antonio Caro (CO), Carlos Zerpa (VE), Carmen Ludene (VE), Daniela Ortiz (PE), Francis Alÿs (BE), Gabriel Castillo (CO), Grecia Quintero (CO), Iván Argote (CO), Jaime Martínez “Pekoz” (CO), Jordi Colomer (ES), Los Carpinteros (CU), Marcelo Brodsky (AR), Marcos Ávila Forero (CO/FR), Margarita Pineda (CO), Matteo Guidi y Giluliana Racco (IT/CA), Mauricio Sánchez (CO), MO Colectivo (CO), Noemí Vega (CO), Núria Güell (ES), Orlando Rojas (CO), Óscar Iván Roque (CO), Patricia Gómez y María Jesús González (ES), Pablo Helguera (MX), Raimond Chaves y Gilda Mantilla (CO/PE), Rubén Verdú (VE), Samir Quintero (CO), Slavs and Tatars (PO/IN), Taller El Hueco (CO), Teresa Margolles (MX), Timea Oravecz (HU), Wilmer Useche (CO), Yosman Botero (CO)

A esto se sumó un Programa pedagógico con la colaboración de Giuliana Racco, distribuido por diversos auditorios institucionales, educativos y culturales, con conferencias y talleres de la mano de artistas como Raimond Chaves, Jorge García, Daniela Ortiz, Adrian Paci y Avelino Sala; pensadores como el sociólogo Boaventura de Sousa Santos, escritores como José Luís Corazón, motivadores como Pedro Medina, editores como los españoles Equipo Sublime o abogados como la Doctora en Derecho Internacional Público, Angelina Jaffé, otrora cabeza de la Comisión de Negociación Limítrofe con Colombia. El ciclo audiovisual contó con obras de creadores extranjeros (Derzu Campos, Juanli Carrión, Begoña Egurbide, Muntadas, María Ruido, Mireia Sallarès), la colombiana Milena Bonilla y los autores regionales Geovany Arias, Calentado Producciones, Gabriel Castillo y José Rodríguez, abordando desde sus perspectivas la relación Europa-Magreb, México-Estados Unidos, Estados Unidos-Unión Europea y Colombia-Venezuela.

Destacaron por su naturaleza innovadora la intervención en espacio público El hombre bala, bajo una carpa en la explanada exterior del CC Unicentro Cúcuta, donde fue proyectado el video One Flew Over The Void (Bala perdida) del reconocido artista venezolano Javier Téllez; La Gran Colombia, acción participativa-discursiva del referente del arte conceptual colombiano Antonio Caro, con ciudadanos de los países integrantes de dicha nación, y La casa en la frontera, intervención —instalación, charla, videoarte y libro— del filólogo y artista cucuteño Juan Carvajal Franklin (CO) en la Universidad Minuto de Dios, emplazada en la casa republicana que fue sede del Consulado de Venezuela en Cúcuta en tiempos de máxima integración regional.

Merecen especial mención los proyectos en proceso desarrollados por la artista mexicana Teresa Margolles y el artista e investigador holandés Melle Smets, invitados expresamente a abordar desde sus estrategias y dispositivos esta realidad. El proyecto de Margolles es un trabajo de campo en el Puente Internacional Simón Bolívar, en el que la artista establece vínculos directos con individuos y comunidades que sobreviven en sus inmediaciones. De allí emergen archivos visuales, fotográficos, videográficos, orales y sonoros para producir artefactos impregnados de una contundente carga simbólica, en la línea conceptual que caracteriza su trabajo; la autora ha continuado su proceso en Cúcuta de manera autónoma y ciudades como Rotterdam, Bogotá, Madrid o París han sido sede de parte de los resultados. Por otro lado, Mental Border Control —MBC—, Control de Bordes Mentales, es un laboratorio de contexto en el que Melle Smets junto con Natalia Castillo, la colaboración del cucuteño Dan Gamboa y la participación de diversos entes educativos de la ciudad, abordan las fronteras psíquicas que no por invisibles son menos reales, para levantar una cartografía de espacios cercados por la mente en el interior de la ciudad. El proceso dividido en tres bloques —individuos y comunidades, productos y mercancías, fauna y medio ambiente— toma el pulso a la grave emergencia de la frontera, visibilizando el límite más allá del territorio: en la socialización, en la mirada, en la construcción y asunción de imaginarios o en el espacio público.

El cierre de Mental Border Control fue también el acto de clausura de JUNTOS APARTE 2017, un encuentro entre todas las personas que hicieron posible la primera edición, en la que fuera la última apropiación ciudadana del emblemático Monumento a Cristo Rey, justo antes de su reforma. Como colofón, la cultura que está en los márgenes y la resistencia representada en el hip-hop, intervino con un gran concierto brindado por el reconocido rapero y activista cucuteño Ahiman.